Visité el cementerio luego de casi dos décadas y, por un lado me gustó que han mantenido en buen estado los jardines y demás vegetación. La parte negativa de eso es que le quitó un poco la atmósfera tétrica que tiene un cementerio antiguo de provincia.El lugar no es muy grande pero vale la pena visitarlo y pasear mirando los nichos. Algunos son interesantes.Desde el camino principal se ve el Misti, lo cual siempre es bonito.Me gustaría que abrieran de noche para experimentar más el ambiente fúnebre.Llegar al lugar es fácil y la zona es tranquila.No debería tomar más de 45min recorrer con mucha paciencia todo el cementerio.

LA FIESTA DE LAS ALMAStradición ancestral vigente de Cayma . Unica en el Mundo.Una tradición que data de más de 200 años se realiza en nuestros días en el distrito de Cayma, se trata de la “Fiesta de las Almas”, que se inició con el escarbo de los huesos, que consiste en recoger los huesos insepultos en el cementerio del distrito y colocarlos en féretros que se cubren con pétalos de flores para llevarlos en procesión para el velatorio respectivo.Dichas osamentas fueron veladas la noche de este domingo en una casa particular donde se les ha ofrecido una serie de oficios fúnebres, para hoy realizarse una misa en la Parroquia San Miguel Arcángel y posteriormente llevados nuevamente en procesión con dirección al campo santo caymeño acompañado de un cortejo de ataudes vacíos, músicos con toda la solemnidad y respeto donde son sepultados en el llamado “entierro de huesos”.En la primera semana de diciembre se realizará el «desccaique» en el propio cementerio donde acuden todas las personas devotos y alferados que participaron en estos actos, para esta actividad utilizan ramas de molle, membrillo, ortiga y sauce, dándose fuertes latigazos entre todos para evitar que la tierra y el cementerio los ccaique.Cabe destacar que antiguamente esta fiesta era presidida por el personaje de leyenda conocido como San Gil de Cayma un esqueleto que existía en la parroquia de Cayma, con ojos de cristal tamboril pendiente a la cintura una ballesta en la mano ya por añadidura, una guadaña en el dobles del brazo. De las clavículas le pendía un manto violáceo y ceñía su monda calavera un sombrero de teja verde.Históricamente se sabe que era el esqueleto de un humanitario médico francés que puso su ciencia y dinero al servicio de los campesinos para tratamientos como la peste blanca. Se le guardaba en el depósito de cadáveres del santuario de Cayma, como presidiéndolo, y en la «fiesta de las almas» se le sacaba en procesión, tanto para realizar el escarbo de huesos como en la peregrinación nocturna para el cambio de mayordomo.

Es un lugar pequeño, pero bonito, aunque decir esto suena raro; se siente apacible, aislado del ruido. Es antiguo, de muros de sillar. Es bueno visitarlo.